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Redes sociales y salud mental: una simulación dentro de otra

Las redes sociales llegaron a nuestra vida con el objetivo de conectarnos. Sin embargo, el tiempo nos ha demostrado que también nos pueden desconectar. Hoy descubriremos los efectos de dichas redes en nuestra salud mental, así como en nuestro cerebro.

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Contenidos

  1. La simulación dentro de la simulación
  2. Redes sociales y salud mental
  3. Explotando tu dopamina
  4. La relación es el problema
  5. ¿Quién construye la simulación?

 

1. La simulación dentro de la simulación

Una de las contribuciones más significativas al mundo de la ciencia ficción —en mi humilde opinión— fue la saga de Matrix. Creada y dirigida por las hermanas Lana y Lilly Wachowski, esta historia —que terminaría con Matrix 4— nos planteaba la posibilidad de la simulación dentro de la simulación, reflejando lo que hoy vivimos con las redes sociales.

A medida que aumenta la tecnología en nuestro mundo y las formas de conectarnos, más nos desconectamos y comenzamos a crear submundos de apariencia en un mundo ya lleno de apariencias.

Ciertos estudios han encontrado que la mayor parte del contenido emocional compartido en las redes es positivo (1). En él, los autores buscan plasmar las facetas de su vida reforzadas por valores sociales deseados como felicidad, aventura, diversión y amistad. Paradójicamente, algunos de los sentimientos inducidos por la exposición a las redes incluyen soledad, envidia, depresión, ansiedad y estrés (2).

Con esta tendencia a lo positivo creamos un mundo digital de personas felices y realizadas, un mundo donde el acumular momentos de éxtasis es esencial. 

Sin embargo, es una simulación dentro de la simulación. La vida plantea dificultades. En nuestro día a día muchos nos enfrentamos al reto de aplacar estados emocionales negativos o asumir roles sociales que quizás no desearíamos asumir. 

Pero, para hacerlo más difícil, podemos añadir una capa más de simulación subiendo aquella foto que repetimos 3 o 4 veces hasta que muestre lo que estamos decididos a mostrar. En ocasiones, comenzamos a creer que ese mundo digital —tal y como sucede en Matrix— es real.
 

2. Redes sociales y salud mental

La mayoría de los adolescentes (97%) de 13 a 17 años tienen presencia en alguna de estas siete redes sociales: YouTube (85%), Instagram (72%), Snapchat (69%), Facebook (51%), Twitter (32%), Tumblr (9%) o Reddit (7%) (3).

Estudios científicos en la última década han logrado establecer que el uso de las redes tiene una fuerte asociación con:

▪ la disminución de las relaciones cara a cara (4)

▪ adicción a la utilización de internet

▪ participación en acoso escolar (bullying) (5)

▪ aumento de la presión social promovido por la comparación con otros (3)

La depresión ha sido uno de los problemas de salud mental más estudiados con respecto a los efectos negativos de las redes sociales. En uno de los estudios más recientes con la participación de más de 50.000 adolescentes se pudo establecer que el tiempo invertido en las redes está fuertemente relacionado con el desarrollo de síntomas de depresión, siendo esta asociación más fuerte en mujeres (6).

Los casos más severos de depresión pueden llevar al suicidio, que es la cuarta causa de muerte entre los 15 y 29 años (7). Lamentablemente, otros estudios han mostrado que el uso excesivo de redes sociales puede estar asociado con tales intentos (8).
 

3. Explotando tu dopamina

La dopamina funciona como un neurotransmisor en nuestro cerebro (ayuda en la comunicación entre las neuronas). Ha sido asociada con varios procesos como la memoria, el aprendizaje y el movimiento, pero también con los estados de ánimo, la motivación y la capacidad de sentir refuerzo o placer.

Algunas drogas, como la cocaína, actúan bloqueando la eliminación de la dopamina en las sinapsis (puntos de comunicación entre las neuronas), lo que aumenta la concentración y la agudeza mental, y promueve estados placenteros.

Como es bien sabido, el consumo de cocaína lleva a la adicción y, con ella, a todos sus efectos devastadores. Se ha sugerido que la utilización de internet, al igual que la de redes sociales, da lugar a comportamientos similares a la adicción, lo mismo que un uso no saludable de la tecnología (9). Como ya podrías imaginarte, las redes se han hecho expertas en alterar la dopamina y el sistema de recompensa de nuestro cerebro.

Por ejemplo, experimentos del psicólogo Frederic Skinner en la década de 1930 mostraron que los animales se mantenían más tiempo realizando alguna actividad que les diera un refuerzo (comida) si no sabían exactamente en qué momento este sería entregado. Es decir, no podían predecir el momento en el que llegaría aquello que deseaban.

¿Ya entiendes por qué los “me gusta” y las notificaciones nos mantienen expectantes? Porque no sabemos cuándo llegarán, así que cuando llegan… ¡voilà! la dopamina por las nubes.

Lo mismo ocurre con los juegos de azar y cualquier actividad gratificante donde el refuerzo o el placer no es predecible, simplemente nos mantenemos en ellos. Uno nunca sabe cuándo puede llegar.
 

4. La relación es el problema

El panorama anterior deja la sensación de que las redes sociales solo han llegado para deteriorar nuestro bienestar y el de las futuras generaciones. Sin embargo —y como siempre ha señalado el venerable Lama Rinchen Gyaltsen—, el problema se encuentra en nuestra relación con las cosas. 

Esta afirmación ha sido respaldada por varios estudios. Por ejemplo, en casos como la esquizofrenia —donde las relaciones sociales se ven alteradas— se ha mostrado que la utilización de las redes puede facilitar la comunicación de estas personas sin empeorar los síntomas de su enfermedad (10).

Por otro lado, las redes sociales han permitido visibilizar problemas de salud mental combatiendo el estigma alrededor de este tema. Un estudio de 2017 mostró que las personas que decidían compartir sus problemas de salud mental en Twitter lo hacían en busca de ayuda y para escuchar las experiencias de otros en situaciones similares. 

De hecho, compartir estas dificultades en las redes ha permitido la creación de grupos de apoyo donde es posible el intercambio de estrategias para afrontar estados emocionales aflictivos (11).

Aunque a este respecto debemos ser precavidos dada la abundancia de información falsa y de expertos no tan expertos.

Finalmente, un nuevo campo en la psicología clínica y la psiquiatría está emergiendo con las nuevas tecnologías, en particular con la inteligencia artificial. En la actualidad, el análisis del contenido de las publicaciones en redes está siendo estudiado para encontrar marcadores tempranos de recaídas en esquizofrenia (12), ideación suicida (13) y depresión, entre otras (14).

Así es, una buena relación con las redes sociales y la tecnología también podría salvar vidas.
 

5. ¿Quién construye la simulación?

A diferencia de Matrix, la simulación sobre la cual se sostienen las redes sociales depende en gran medida de nosotros. Las redes no son el problema, lo es nuestro comportamiento con respecto a ellas y la expectativa de gratificación que pueden brindarnos.

Esto aún lo podemos cambiar.


 

Reflexiona sobre las siguientes preguntas y cómo las respuestas podrían influenciar en tu relación con las redes sociales:

1. ¿Qué sucedería si limitases el tiempo en las redes, por ejemplo, si establecieses un horario para entrar en ellas?

2. ¿Cuáles son tus amistades en las redes? ¿Son todas positivas? ¿Aportan algo significativo a tu bienestar emocional?

3. ¿Te has comparado con alguien más en las redes? ¿Qué sentimiento o pensamiento te ha producido dicha comparación?

4. ¿Tienen tus publicaciones una inclinación solo hacia el contenido positivo? ¿Por qué?

5. Cuando abres cualquier aplicación en tus redes, ¿por qué lo haces? ¿Tienes algún objetivo para estar inmerso en ellas?

 


 

¿Te gustaría conocer un caso donde la inteligencia artificial aplicada a las redes sociales haya logrado salvar vidas?

 La investigadora española, Ana Freire, se ha propuesto prevenir el suicidio por medio de estas redes. En su charla Tecnología y Salud Mental: ¿rivales o aliadas? nos presenta su proyecto. 

 


 

Rodrigo Alejandro Sierra

Rodrigo Alejandro Sierra

Rodrigo Sierra

Psicólogo clínico y neurocientífico, cofundador de DespiertaMente (Instagram: @despiertamente_ctp), un proyecto de salud mental basado en ciencia, tecnología y psicoterapia. Se ha interesado por la comprensión de la mente humana y el bienestar psicológico de las personas. Un aprendiz de por vida.

9 comentarios

  1. Buen Día, magnífica publicación. Cómo es sabido todo puede hacer daño según el uso que le des, y te puede beneficiar en su justa medida.
    Hay que buscar el equilibrio en la vida esta es mi experiencia.
    Gracias.
    Juan Antonio Sanchez

  2. Muchas gracias por el artículo, Rodrigo. Me lleva a reflexionar.

  3. INteresante tema, gracias. Pregunto ¿existen tratamientos psicologicos para la adicción extrema a las redes de los jovenes?

  4. Gracias Rodrigo por el artículo. La gran pregunta es ¿donde está el control familiar? Existe muy poca preocupación por lo que consumen nuestros hijos hoy en día. En el colegio e instituto se puede orientar y educar en los peligros de las redes y en su buen uso pero es la familia la que debe establecer límites y normas respecto a su utilización. El gran problema es que los adultos tampoco tienen un control ni un horario del tiempo invertido en redes y así es difícil ser un ejemplo. Futuras generaciones nos mostrarán el gran error que estamos cometiendo.

  5. Que gran artículo, me hizo plantearme mí horario con las redes. Trabajo como creadora de contenido y me es muy difícil despegarme de ellas. Las preguntas me han hecho reflexionar para replantearme como gestionar mejor mí tiempo y trabajo en ello 🤔 gracias!:)

  6. Agradezco a todos por sus cálidos comentarios.

    Respondiendo a Carmen: en la actualidad, la adicción a las redes sociales no es oficialmente reconocida como un problema de salud mental específico, de hecho, se encuentra en la categoría de «comportamientos adictivos que requieren mayor investigación» donde también encontramos las adicciones a juegos de computadora y uso de Internet. No obstante, esto no significa que no pueda ser abordada mediante psicoterapia. Es importante señalar que, al utilizar la palabra «adicción», nos proporciona una idea de cómo enfrentar estos problemas. Es decir, se puede seguir un modelo terapéutico similar al empleado con otros tipos de adicciones, por ejemplo, a ciertas sustancias. Identificar los desencadenantes del uso excesivo, posibles reacciones de abstinencia, entre otros, serían un ejemplo. En resumen: aunque actualmente no se reconozca oficialmente en los manuales, es una realidad y, por tanto, se ha buscado tanto investigar estos problemas como adaptar y crear protocolos de intervención para los mismos.

  7. Ángel, estoy totalmente de acuerdo. Las nuevas generaciones influirán en la crianza de sus hijos de acuerdo con el momento tecnológico en el que han vivido. Lo planteo asi: ¿cuál será la influencia que tendrá en la crianza de los hijos, de aquellos padres nacidos en una época en la que las redes sociales y la inteligencia artificial eran la norma?

  8. Cuando los conocí y empecé a oír la coherencia con la cual habla el venerable lama me impresionó que exista gente con la mente libre de verdad o es lo que percibo porque aunque hablen de lo bueno y lo malo parecen estar más allá de esas ideas. De resto veo que aquí dentro de esta simulación como dicen y que hace rato he creído que así es, e incluso lo creo gracias a la enfermedad mental, todos estamos aquí con problemas mentales, eso es evidente. Desde su enfoque científico usted cómo sugiere salir de la simulación incluso a través de esta simulación? Muchas Gracias siempre a todos ustedes 🙏

  9. Hola, Naty.

    Gracias por tu mensaje. Ahora bien, te brindaré mi punto de vista personal, abordándolo desde una óptica más científica.

    Te sugeriría que cultives tu pensamiento crítico y tu metacognición, que es la capacidad de reflexionar acerca de las ideas que cruzan tu mente. Manteniéndonos en el tema aquí tratado, las redes sociales, sería provechoso formularnos algunas preguntas sobre esta «simulación» que nos permite empezar a considerar las cosas desde una perspectiva diferente. Por ejemplo: ¿Son las publicaciones un reflejo de la realidad emocional diaria de quien las publica? ¿Cuál es la intención detrás de la publicación? ¿Observas fotos con filtros (cambios de color, textura, correcciones de imperfecciones)? De ser así, ¿qué podría haber llevado a esa persona a decidir alterar la realidad reflejada en su foto? En el caso de los medios de comunicación o noticias, ¿son imparciales? ¿Existen otras versiones de la misma noticia?

    Estos son solo algunos ejemplos, pero creo que formularnos este tipo de preguntas nos permite ir un poco más allá de lo que simplemente se presenta ante nuestros ojos.

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