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Los cuatro pilares de la meditación

Estamos tan condicionados que hasta ahora no nos hemos dado cuenta de que, en realidad, estamos presos de las emociones e ideas que dictan nuestras acciones. Hemos creado nuestro dogma personal. La mente está cautiva, pero es necesario recuperarla si queremos vivir con control para tomar nuestras propias decisiones. Los cuatro pilares de la meditación nos permitirán esta transformación.
 

Contenidos

  1. ¿Dónde estamos y qué nos obstaculiza?
  2. El dogma personal y las emociones aflictivas
  3. Los cuatro pilares
    1. El pilar de la virtud
    2. El pilar del altruismo
    3. El pilar de la meditación
    4. El pilar de la sabiduría
  4. Conclusión

 

1. ¿Dónde estamos y qué nos obstaculiza?

Si hay algo en común que tenemos todos los seres sintientes, incluyendo hasta los más pequeños insectos, es que queremos la felicidad y nos preocupa el sufrimiento.

Hemos aprendido de la sociedad y del condicionamiento las ocho estrategias o anticlaves del desarrollo espiritual. En busca de la felicidad:

Queremos placer y evitamos la incomodidad – estamos en busca de una gratificación inmediata.

Queremos fama y evitamos el anonimato – nos sentimos más vivos si nos reconocen.

Queremos riqueza y evitamos la pobreza – sentimos que nos da más seguridad.

Queremos alabanzas y rechazamos el oprobio – creemos que eleva nuestra autoestima.

¡Y esto es samsara!

Lo gracioso del caso es que realmente ¡no nos gusta el sufrimiento!, aun así y, contradictoriamente, estamos obnubilados y obsesionados por el brillo de samsara, que es la causa del sufrimiento.

No está mal disfrutar de las experiencias gratas, ser reconocidos, tener capacidad económica o que hablen bien de nosotros. Todo eso está bien, son recursos y los necesitamos para desarrollarnos en el día a día. Al no saber cómo relacionarnos con estas cosas surge el problema y esto ocurre cuando se convierten en un fin.

La ignorancia, que es el punto de vista egoísta del “yo y lo mío”, provoca una serie de reacciones distorsionadas en nosotros para conseguir estos objetivos, que casi siempre terminan en nuestra contra.

 

2. El dogma personal y las emociones aflictivas

Todas las tendencias emocionales (emociones aflictivas) —ira, apego, aversión, orgullo, envidia y tantas otras más, tan sutiles que no podemos percibir o notar— se deben a una visión rígida en la forma de ver las cosas —nuestro dogma personal—.

Experimentamos todo desde nuestra propia perspectiva y, en realidad, lo que vemos es una ilusión. ¿Por qué? Las cosas están ahí, sí; pero no se rigen por un único punto de vista. Tienen una potencialidad infinita de ser y son impermanentes, esta naturaleza no puede ser atrapada con un único concepto.

En función de la emoción que nos perturbe, proyectamos nuestra visión sobre ellas, las condenamos y las exageramos, así nacen los estados aflictivos, los patrones de conducta y el karma negativo.

Muchas veces reaccionamos de manera mecánica ante los eventos; y seguramente nos arrepentimos de las malas acciones, ¡pero casi siempre ya es tarde! Y así, realmente somos prisioneros de las emociones que dictan nuestras posturas. Por mucho tiempo hemos estado habitando estos viejos hábitos que determinan nuestras acciones. Pero la buena noticia es que…

Todos los problemas tienen una solución. Entonces, nos embarcamos en el camino espiritual, “soltamos” el dogma personal y aplicamos los cuatro pilares para transformar nuestra mente

 

3. Los cuatro pilares

a. El pilar de la virtud

Al comprender que nuestras emociones se deben a la distorsión de cómo vemos las cosas y al exagerado egocentrismo, podemos entender que nuestro sufrimiento se debe a una visión equivocada y a ser prisioneros de nuestras ideas. Y todo eso se puede cambiar. ¡Si nos damos cuenta de esto, podremos encontrar entusiasmo en nuestra práctica y camino!

El camino es largo, pero si estamos convencidos de que queremos un cambio, tendremos que cultivar estados virtuosos que nos ayuden, poco a poco, a tener más voz y voto sobre nuestra mente y también a crear mérito. Por eso, cultivamos:

Generosidad: Por ejemplo, cuando vamos por la calle y vemos personas desafortunadas, deseamos en nuestra mente que puedan gozar de las mejores condiciones; deshacemos así la mala tendencia hacia la tacañería.

Conducta: Si queremos cultivar estados virtuosos en nuestra mente, primero necesitamos controlar el cuerpo. Eso requiere hacer un cambio “voluntario” en las condiciones actuales. Es importante el equilibrio físico, nuestro cuerpo es el vehículo con el cual podremos acceder a la mente. Por lo tanto, es necesario cuidarlo; debemos darle una correcta alimentación, las horas de sueño necesarias, una compañía acorde con nuestros objetivos y un entorno apacible. Esto nos ayuda a cultivar una buena conducta.

Paciencia: cuando nos sentimos atacados porque alguien ha provocado una mala situación pensamos: “sin esta persona, ¿cómo podría practicar la paciencia?”. Así controlamos la mente, dominamos la ira y creamos un estado interno de aceptación.

b. El pilar del altruismo

La práctica del desarrollo de estados espirituales altruistas, como el amor y la compasión, nos ayuda a soltar el exaltado foco del egocentrismo. Cuando hay una separación entre “ellos y yo” se crean las emociones aflictivas, y el altruismo, siendo una herramienta fundamental para la paz interna, nos acerca a los demás y corrige las distorsiones.

En la práctica en el cojín cultivamos voluntariamente el estado de compasión en el que deseamos que el sufrimiento de los demás, junto a sus causas, se libere. Alcanzar la práctica de crear un estado —compasión— es posible mediante la meditación. Lo habitamos una y otra vez; y luego, en el tiempo, nos adueñamos de él, lo integramos en la mente y, de esta manera, nos pertenece y es parte natural de nosotros.

En la práctica diaria genero empatía por los demás seres cultivando estos estados. Mientras camino, estoy en el bus o en cualquier ocasión deseo con firme convicción y motivación, enfocándome primero en una persona:

Que tenga la felicidad y sus causas, que esté libre del sufrimiento y sus causas, que nunca se separe de la felicidad libre de sufrimiento y que permanezca en ecuanimidad, libre de parcialidad, apego y aversión

c. El pilar de la meditación

Por ahora, nuestra mente no está a nuestra disposición —es como un corcel salvaje—, está en manos de los pensamientos discursivos. Las acciones son una respuesta automática de los hábitos y tendencias que se han creado en el pasado. El problema de nuestros males está en una mente distraída que se deja llevar y reacciona sin control; y esto repercute en malas acciones.

La meditación —shamatha—nos permite tomar las riendas de este caballo salvaje y decidir, con una mente en calma, dónde queremos estar, qué es realmente lo más conveniente y hacia dónde queremos ir.

La mejor amiga para la meditación es la atención. Ponemos atención sobre el objeto de enfoque que es la respiración, otra amiga fiel, ya que está siempre con nosotros. Si la seguimos, traerá calma en los momentos de tensión y nos llevará a ese lago tranquilo que inspira la paz de nuestro ser. No solo meditamos mientras estamos en la sesión, siempre meditamos: también cuando caminamos, cuando cocinamos y así con todas las actividades. Con estas, nuestras amigas, estaremos siempre en buenas manos y, poco a poco, lograremos transformar la mente.

d. El pilar de la sabiduría

Con una mente imbuida de sabiduría, dócil, tierna, abierta y lúcida es posible reflexionar y aceptar nuevas posibilidades. Siendo así, aceptamos la verdad y la incorporamos en nuestra mente con la meditación de vipassana —la visión penetrante—. 

La estabilidad de la mente viene de shamatha —la absorción meditativa— y el elemento del análisis es vipassana —meditación en la sabiduría—. 

Shamatha derriba a todos los enemigos que se presentan en forma de distracciones en nuestra mente.

Vipassana, la sabiduría, es la lente que ve la realidad como es; es el camino por el cual se erradica la existencia cíclica —nuestros engaños mentales de aferrarnos a los fenómenos como verdades existentes—.

Meditar en la sabiduría es habitar la realidad tal cual es. Para esto la investigamos y la penetramos con la meditación. Finalmente la trascendemos y la integramos.

 

4. Conclusión

Si somos conscientes de nuestro dogma personal y de que es la causa de nuestro sufrimiento, entenderemos que tenemos que cambiar; y que hay mucho por soltar. Aplicando los cuatro pilares de la meditación, lograremos transformar nuestra mente y adueñarnos de nuestro futuro.
 


 

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Liliana Arias

Liliana Arias

Liliana se dedica a la gestión y dirección de proyectos. Es estudiante de filosofía y meditación budista, y practicante del Dharma.

Liliana Arias

Liliana se dedica a la gestión y dirección de proyectos. Es estudiante de filosofía y meditación budista y practicante del Dharma.

13 comentarios

  1. Interesante articulo, siempre son de agradecer esas palabras que nos motivan y hacen tan agradable y comprensible la lectura de estos temas. Muchas gracias.

  2. Muchas gracias por el artículo es muy preciso y nos lleva a reflexionar la importancia de cuidar nuestra mente y por ende la mente de los demás con los cuatro pilares de la meditación tal y como lo expone doña Liliana y como nos invita el Lama Rinchen en sus enseñanzas especialmente en «Soltar» liberarnos de nuestros dogmas personales que nos dañan y dañan a lo demás. Excelente.

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